Desgraciadamente, las colosales sumas que allí se generan a diario son sólo de paso. El barrio se beneficia muy poco. Al mismo tiempo, promueve pequeños oficios como transportistas, manipuladores, excavadores de agua, etc.
Paradójicamente, es este gran mercado el que mantiene la precariedad y la miseria en el barrio. A medida que crece, las pequeñas y salvajes construcciones que pululan por el mercado también proliferan como un cáncer. Los habitantes no dudan en construir, sin autorización alguna, en medio de los pantanos, pequeñas casas de madera. Si no hay terreno firme, construyen sobre pilotes. Es evidente que las posibilidades de montar una infraestructura sanitaria correcta son difíciles. Lo mismo ocurre con el acceso al agua potable y a la electricidad.